MIENTRAS LLUEVE

  A las once de la mañana, mientras unos estudian, otros compran un café. El día esta frió, hay una leve llovizna y quienes están en “Los Frailes”, Café de la   Fundación Universitaria Luis Amigó, bostezan, se estiran, se recuestan en las mesas verdes de pasta, cierran sus ojos y parecen descansar.

Una mujer aproximadamente de un metro con sesenta y cinco de estatura, de cabello rubio y piel blanca se dirige a los baños de mujeres, pero se choca con una caneca de la basura verde ubicada en la mitad de la entrada a los mismos. Se devuelve ligeramente y, mientras camina, un hombre de aproximadamente 25 años la observa de arriba abajo y hace énfasis en sus caderas. La sigue con la mirada hasta que ella abandona el lugar.

Hay ocho mesas vacías, el resto están ocupadas, en una de ellas están dos monjas de atuendo café. Una de ellas está de espaldas al mirador que da hacia la sala de estudio de la universidad. Tiene anteojos, es de piel blanca y mientras lee un libro en voz alta, su compañera, que está al frente,  pareciera escucharla mientras- con sus manos cruzadas – observa caer a la lluvia.

Poco a poco, mientras deja de llover y sale un poco el sol, el café “Los Frailes” se va llenando. Las monjas se van, pero en la mesa que ellas ocupaban se sienta un grupo de más o menos cinco jóvenes, entre los cuales hay una muchacha que va y viene, sale y entra del café. De este grupo, sólo una persona está tomando café. Todos los otros conversan, se ríen y hasta gritan.

Ha dejado de llover, pero el sol, aún no se ve.